EJEMPLO DE VIDA
Luis Fernando Martínez *
Don eccehomo Becerra quería cumplir con los preceptos que un hombre se debe fijar en la vida: tener un hijo, sembrar un árbol y escribir un libro. Los dos primeros ya los ejecutó: tiene varios hijos, y recientemente apartó una mañana para dedicarse a plantar dos árboles de cocotaquí en el aún no remodelado parque del municipio de Oiba.
Todo empezó cuando una tarde se encontraba en la iglesia de San Laureano en Bucaramanga y se detuvo a contemplar unos árboles muy frondosos que hay en este parque y le hizo un comentario a un joven que se encontraba cerca a él y le dijo que los palos le parecían muy bonitos y que le gustaría tener unos hijos de ellos para plantarlos en la finca de Oiba, el joven le respondió que tenía dos y no sabía qué hacer con ellos y fue entonces cuando don Eccehomo le expresó que él si tenía dónde sembrarlos y fue así como se hizo a los dos palos.
Más tarde, averiguando un poco más sobre los árboles, entabló conversación con otro vecino del lugar y le dijo que la semilla era una pepa parecida a un zapote y por dentro tenía unas almendras que eran las que se sembraban y de ahí nacían los cocotaquíes. Entonces, don Eccehomo recogió un par de pepas las trajo para la finca que tiene en Oiba y allí puso a germinar las semillas y cuando estuvieron de trasplantar los árboles tenía la idea de plantarlos en el parque de Oiba.
Vino hasta Oiba, expresó su intención de sembrar los árboles en el parque de la localidad y obtuvo el permiso para proceder a plantar los cocotaquíes y empezó a diseñar lo que sería la barrera protectora de los árboles.
“Ésta era una idea que tenía hace rato y estoy muy contento de haberla podido cristalizar hoy, además tenía muchas ganas de dejar huella en mi pueblo y qué mejor que dejando un testimonio de vida como es un árbol, espero que muchas otras personas sigan mi ejemplo y que ojalá los jóvenes de la localidad cuiden los arbolitos que adornan el parque”.
Bueno y hablando del cocotaquí comentó que “es un palo muy apetecido en la montaña por los aserradores ya que su madera es muy fina, dicen que muy parecida al ébano”. Ojalá que los pocos que quedan en la montaña sean protegidos por las autoridades y no permitan que los talen.
Mientras don Eccehomo continuaba con su labor de plantar el árbol, hacerle el cercado, abonarlo y echarle agua vinieron a su mente una serie de recuerdos gratos del parque de Oiba y comentó: “aquí pasé de niño algunos de los momentos más felices de mi vida porque jugábamos a los trompos, a las maras, guerras, venados y cazadores, rayuela y otros juegos que ahora poco se ven entre los jóvenes modernos".
Ojalá que los cocotaquíes crezcan sanos y fuertes como don Eccehomo que pese a su edad se conserva como un roble y dio un ejemplo para muchas personas que no dejan huella en sus terruños, eso se llama amor patrio y querer ver terminado el parque de Oiba, cuanto antes, ya que como algunos dicen “los parques son la alegría de los pueblos”.
"Bueno don Eccehomo ya están los hijos crecidos y los árboles sembrados , ¿y del libro qué?"
“Ya empecé a escribirlo espero que crezcan pronto los cocotaquíes para venir a leer mis memorias bajo la sombra de ellos, ojalá Dios lo permita”.
* Periodista y fotógrafo, corresponsal de La Hojarasca en uno de los lugares más bellos de Colombia, Oiba, Santander. (Fotografía del autor)
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