ESE TRISTE OBJETO DEL DESEO
Alejandra Buitrago
De todas las formas de violencia contra la mujer quizás no se había dado una avalancha más violenta e inmisericorde como la de los últimos tiempos en la televisión y los medios masivos, muy especialmente en Colombia donde la mujer parece haberse empoderado en su papel de mujer objeto, que provoca deseo a esa figura masculina implacable, mordaz, que decide si ella es o no consumible.
LA MUJER COMO OBJETO DE LA PUBLICIDAD
Bajo el lema de que el rating de sintonía es el rey, el que manda por encima de los valores humanos, del respeto, de la igualdad, de la tolerancia, de la cultura, de la diferencia, los noticieros, los dramatizados y hasta los programas infantiles y las agencias de publicidad se han dedicado sin reflexionar al respecto a poner en pantalla el cuerpo provocativo de mujeres dedicadas a “fabricarlo” cada vez más “consumible” otorgándole un morbo delirante que nada tiene que ver con el nivel de preparación intelectual, o con el uso de las facultades mentales de cada una de las bellas exponentes.
Si cuando se celebró en 1997 la Conferencia Mundial de la Mujer en Beijín, China, las más expertas voces defensoras de los derechos de las mujeres protestaron alarmadas por la que llamaron en palabras de a fundadora del Grupo Mujer y Géneros de la Universidad Nacional, Florence Thomas, la “cosificación” de la mujer, qué no dirían estas mismas personas al ver la gran cantidad de comerciales, telenovelas, finales de noticiero de farándula (donde las presentadores compiten con las reinas de turno), realitys, que acuden a la figura de mujeres irreales, cero cotidianas, para reproducir como un cáncer la imagen de la mujer objeto.
Si es deseada es consumible, si es consumible, vende; si vende, sirve porque provoca mayor consumo, si no no sirve.
Mientras esas “supermujeres” llenas de silicona, de cirugías, de transparencias, de evidencias, de negación de sí mismas por dentro “venden”, las otras “creyéndose el cuento” consumen para parecerse a ellas y uniformar la sociedad de mujeres auténticas en una de mujeres disfrazadas de otras que no son ellas mismas porque se niegan su propia esencia.
Ese ejército creciente de modelos, niñas adolescentes que se creyeron el cuento de que para triunfar hay que transformarse, es decir, renunciar a su individualidad, ser voluptuosas, provocar morbo, ser telegénicas, hacer algo bonito como cantar, bailar (ojalá danzas con fuertes enfoques eróticos aunque carezcan de contenido cultural o nieguen sus propias raíces), se ha encargado de tapar, invisibilizar a esas otras mujeres, las reales, las que se cansan, sudan, que cargan, trabajan, deben plata, tienen hambre, las que escriben, investigan, piensan, las que contradicen, cuestionan.
En palabras de la columnista, escritora e investigadora María Teresa Herrán, segunda mujer presidente del Círculo de Periodistas de Bogotá, “no puede extrañarnos, que se predique la igualdad de la mujer, mientras en la práctica se le da un tratamiento discriminatorio que se trata de esconder”. Y agrega más adelante que a pesar de que hoy hay un buen número de mujeres directoras de medios de comunicación, ellas han ignorado su responsabilidad de frenar esta discriminación.
Para Florence Thomas, el sexismo o discriminación desde la prensa, la televisión, la radio y la publicidad, sigue siendo un tema burlado que se convierte en un chiste de mal gusto.
La Constitución Nacional habla de la igualdad pero los medios deciden poner en escena en la franja maldita (triple A) a mujeres caricatura, brillantes de gimnasio o candorosas, sumisas e inofensivas, que promueven el uso de jabones, shampoos, cosméticos, implementos de aseo. Con ello prolongan una de las milenarias discriminaciones humanas como es el rol femenino y masculino. Y más allá, el consumismo impartido desde el neo-liberalismo.
Aún el tratamiento a las llamadas mujeres políticas del poder está mediado por el uso de su apariencia personal por encima de su capacidad profesional o mental: las piernas de la precandidata, las cirugías de la senadora o el look de la ministra.
AMOR DEFORME
Las mujeres víctimas todas de esta danza buscan enfermizas ser amadas porque ese es el mensaje que les venden los medios. La publicidad promueve a las mujeres fortalecer el “ser mamás”, allí en un territorio donde no ofrecen ningún peligro para el manejo del poder. Si no son amadas, están por fuera, no son deseadas, no son objeto, asumen su soledad, la confrontan. Y este último tema no lo tocan los medios masivos en sus culebrones ni en sus debates públicos.
El reconocido publicista, Alvaro Ayala, investigador y entrenador de McCann Erickson en Londres y Nueva York, asegura que “es un hecho innegable: la mujer en la publicidad no es otra cosa que un objeto sexual, de servidumbre o un ser dependiente y por supuesto inferior. Las causas están en la base de nuestro sistema económico y en patrones culturales arraigados en nuestro inconsciente colectivo. Son, en últimas, producto de una estrechez mental, cuyos efectos todos conocemos”.
El resultado es la devastación de la autoestima de la mujer de verdad, el ser que da vida: teme ser vieja, fea, gorda, tener estrías; no parecerse a “ellas” a las de mentiras, obvio. Tiene pánico de que una de esas gatas se salga de la pantalla o uno de sus clones venga y les quite su pareja.
Y lo más triste teme aquello de lo que debería estar orgullosa, que el curso de la vida deje su huella en su rostro, en su cuerpo; que su historia hable desde su apariencia y le permita expresar su sabiduría, su belleza interior y exterior aunque no estereotipada, su cotidianeidad, sin máscaras.
Claro los expertos defensores de estos derechos generalmente suelen protestar desde la academia o de los cerrados círculos feministas creando así un silencio que peca por omisión, sin elevar suficientemente el tema a las instancias que corresponden. En Finlandia, donde este tipo de publicidad es prohibido y donde la presidencia de la República la ocupa hoy una mujer, apareció un comercial que dejaba ver levemente los senos de una mujer ofreciendo una pintura. La reacción civil fue tal que el comercial salió del aire a los pocos días. Buen ejemplo para seguir y mucho trabajo por hacer en la materia.
ENTREVISTA DE BENJAMÍN LOSADA POSADA
"García Márquez y Mutis, ese par de dinosaurios"
Habla el gestor de la Multinacional El Fracaso Ltda, en torno a su más reciente obra, que escudriña el sexo de la Pantera Rosa, uno de los descubrimientos de la TV global.
Improvisada charla en las murallas de Cartagena, entre el escritor Efraín Medina Reyes y el director del Informativo Bogotá, Benjamín Losada Posada, miembro de la Alianza de Escritores y Periodistas.
Efraín Medina Reyes es una pluma revelación en Colombia. Cartagenero de pura cepa. Muchos no creían en él, como pasa con alguna frecuencia en nuestro ámbito. Fue necesario que se “internacionalizara” en Europa, y hoy por hoy tiene reconocido prestigio editorial. Después de Técnicas de masturbación entre Batman y Robin, que lo lanzó a la fama, acaba de publicar El Sexo de la Pantera Rosa, una obra que va para la segunda edición apenas dos meses después de publicada la primera. Editada en español por Seix barral, ha sido traducida a ocho idiomas, entre ellos el alemán y el portugués.
Lo encontré en su natal Cartagena, cuando estábamos los dos de paso, yo en asuntos de trabajo, y él para visitar familia, amigos y respirar el aire caribeño. Claro, el tema no podía ser otro que el sexo de la pantera rosa, uno de los íconos de la TV global.
Benjamín Posada. Alguien me decía que las panteras no tienen sexo.
Efraín Medina. Claro que tienen sexo. Lo que pasa es que el rosa es una pijama, y cuando se la quita, es una pantera negra.
BP. ¿Y el rosa es una pijama, una pijama rosa?
EM. Sí, sí, la pijama rosa. La pantera es la que tiene sexo, tiene todos los sexos, en realidad es metrosexual, es lesbiana, es trisexual.
BP. ¿Es tridimensional, como pantalla chica?
EM. Absolutamente tridimensional.
BP. ¿Cómo se inspiró en esa pantera?
EM. Eso nace de una anécdota de mi sobrina, que por estar viendo este programa todo el tiempo, no hacía sino preguntarse si era hombre o mujer. Entonces, luego de diez años de interrogantes, escribí esta novela para responderle.
BP. ¿Diez años? ¿Diez años “cuadrándose” a la pantera?
EM. Más bien pensando en la respuesta y pesando en el tipo de actitudes contemporáneas. El hecho, por ejemplo, de que uno va a una discoteca y ya no encuentra a un niño y a una niña besándose, sino a dos niñas besándose. Y no se encuentran solos en los baños, hay muchas más parejas en las mismas. Y me parece una evolución bacana, porque es mucho más estético encontrarse en una baño a dos chicas, que a un chico y a una chica. Eso ya pasó de moda.
BP. ¿y esa es la pantera que vemos en su libro, global, monda y lironda?
EM. En realidad, el libro ha calado bastante. Allá, en Europa, porque tenían la imagen esa ancestral, corroncha de García Márquez en una Latinoamérica con selvas, se han dado cuenta que nosotros somos iguales a ellos, que escuchamos la misma música, consumimos mejores drogas, porque nosotros las exportamos, y nos divertimos más y tenemos mujeres más chéveres.
BP. ¿Y tenemos las mismas panteras?
EM. Las panteras de nosotros son más feroces.
BP. ¿Y más rosa?
EM. Mucho más rosa. Como se mira, está bien rosa.
BP. Su vida, en resumen, ¿se llamaría de Cartagena la heroica a la Italia pro- heroica?
EM. Sí. Estoy en Michelsa, a 40 minutos de Venecia. Debido al éxito de los libros pude comprarme una casa allá, y es un buen lugar para pasar, sobre todo el verano, porque el invierno sí es una vaina terrible.
BP. ¿Cómo hizo para encarnar la Pantera Rosa durante diez años?
EM. Es que las historias de las novelas son como las relaciones sentimentales y sexuales de un personaje que quiere ser músico, que se encuentra con todo tipo de criaturas. Porque la noche, y en especial la noche de Cartagena produce de todo. Aquí sale, como decía Rómulo, toda la zoología.
BP. Sus editores hablan de la sexualidad de la pantera Rosa como de una mezcla de ternura y ferocidad… ¿Que tan tierna es la felicidad y que tan feroz es la ternura?
EM. Bueno, tú sabes cómo es este país complejo. Es un país donde pueden morir por la violencia cuatro mil personas al año, pero la rumba nunca para, o sea, nada detiene la rumba. Entonces esta es la combinación entre ferocidad y ternura, y sobre todo, la muestra de vitalidad que tenemos los colombianos.
BP. Dentro de su libro La Sexualidad de la Pantera Rosa lo leemos con smoking, con trusa y con calzoncillos negros, y además vemos a la pantera Rosa muy vivita con las manos, y la cola por detrás.
EM. Bueno, sí, estaba destruyéndome con la pantera Rosa, ya que mi mujer andaba de viaje, y entonces me tocó con la pantera.
BP. ¿Y qué le decía la pantera en esta escena que aparece con fotografía y todos los juguetes en el libro?
EM. La pantera me decía “es tu cola o es la mía”.
BP. ¿Cómo se ve usted, y cómo ve a Colombia, dentro de diez años?
EM. Creo y espero que dentro de diez años habrá transformaciones. Es un tiempo largo. No debemos reelegir a Uribe para que esto suceda, debemos salir de este señor lo más pronto posible, porque no la vacila, no tiene sentido del humor, no sabe bailar y además dicen que es pésimo polvo. Eso no representa a un colombiano. Un presidente no puede ser así. Yo creo que la juventud colombiana es una juventud capaz de transformar esta vaina, porque los viejos ya no hicieron nada, ya nos dejaron esta porquería de país, que hay que arreglar como se pueda, o para seguir rumbeando. Yo quiero una rumba sensacional en diez años. Y me veo a mí mismo, en diez o vente años, como viejo verde detrás de las peladitas, por supuesto.
BP. ¿Se sintió mejor en sus tiempos como boxeador y como bajista?
EM. Soy un boxeador fracasado. Hice catorce peleas acá en el gimnasio y las perdí todas. Me dieron unas tundas tenaces, me agrandaron tanto el cerebro, que terminé escribiendo. Y sobre la músicas, pues si yo hubiera venido a tocar hoy, no habrían venido a escuchar doscientas personas. Habría aquí doscientas personas menos.
BP. Usted fundó la Multinaconal El Fracaso Ltda. ¿A cuántos países llega hoy esa multinacional?
EM. Esa multinacional yo crea que está en todo el mundo. Tenemos bastantes sucursales. Por ejemplo ahora, en Irak, todos se están afiliando a la multinacional El Fracaso, y aprovecho para anunciar que donde se necesite El Fracaso, ahí estaremos.
BP. En 1995 Efraín Medina Reyes ganó el Premio Nacional de Literatura con la colección de relatos Cinema Árbol, y otros cuentos.
EM. Fue un error de los jurados darme ese premio. Se equivocaron absolutamente. Fue, yo creo, que se equivocaron de libro al final, porque ese libro del Árbol es pésimo.
BP. Su primer libro, su primera novela, Érase una vez el amor, pero tuve que matarlo, ¿mató el amor? ¿Cómo se hace para matar el amor?
EM. Hombre, el amor es muy fácil de matar. Hay que cogerlo por los tobillos, meterlo absolutamente en vinagre tres días, y apuñalarlo por la parte trasera. Así se mata el amor.
BP. ¿Cuántos escritores jóvenes conoce en Europa?
EM. ¿Escritores jóvenes? A ninguno
BP. ¿A ninguna? ¿Ni a usted mismo?
EM. En Europa es difícil entrar. Allá todavía siguen imperando como muestra latinoamericana García Márquez y Alvaro Mutis, ese par de dinosaurios. Apenas ahora están entrando estos libros de “escritores jóvenes”, sería bacano que llegaran más, pero no es tan fácil.
BP. ¿Nunca pensó en Barcelona?
EM. En Barcelona sólo en el equipo de fútbol, que me encanta.
BP. Porque allá en Barcelona hay bastante escritor jóven.
EM. Sí, pero allá hay bastante escritor jóven vendiendo enciclopedias.
BP. ¿Entonces los otros están en Italia? ¿Que tal es el camino de Italia?
EM. El camino de Italia es chévere. Hay bastante pasta, muy barata, y hay bastante trabajo, pero para romper calles y arreglar aceras.
BP. Un punto de referencia suyo, un correo electrónico, para que le escriba la gente.
EM. Los que quieran su fracaso pueden escribirle a fracasoltda@yahoo.com
BP. Uno de verdad, para que le escriban al autor de La sexualidad de la Pantera Rosa.
EM. No, en serio, ese es nuestro e-mail.
|