Memoricidio por punta y punta

Gloria Gaitán Jaramillo

N de los E. Consideramos de trascendental importancia, para la claridad del debate por las ideas que deberá darse en Colombia, y en América Latina, dentro del proceso de paz que se adelanta entre el gobierno colombiano y la guerrilla Fuerzas revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo (Farc-EP), y en el contexto de los distintos gobiernos que hoy impulsan en sus países una evolución pacífica, pero tormentosa por la oposición de los poderes oligárquicos, en alianza con las potencias occidentales, en busca de la justicia social, la igualdad de oportunidades, y la recuperación democrática, la siguiente carta que Gloria Gaitán Jaramillo, hija del gran luchador por las reivindicaciones sociales del pueblo, Jorge Eliécer Gaitán, asesinado el 9 de abril de 1948, hace ahora sesenta y seis años, les ha enviado a los delegados de las Farc-EP que toman parte en los diálogos de La Habana.

Señores
DELEGACIÓN DE LAS FARC-EP
Mesa de Diálogo
LA HABANA


Estimados amigos,

Comedidamente me permito hacer una observación importante sobre la afirmación que hacen en el documento de Uds. mismos, que aquí anexo**, sobre la Comisión de Esclarecimiento de las causas y responsabilidad del conflicto colombiano.

Proponen ustedes que el período de estudio histórico abarque desde (sic) la expedición de la Ley 200 de 1936 porque, según dicen ustedes, fue frente a ella que "surgió una reacción que desató la violencia terrateniente y partidista en Colombia".

Eso no es exacto. Y lo digo con conocimiento de causa porque no solo mi tesis laureada sobre "La lucha por la tierra en la década del 30" demuestra exhaustivamente que esa violencia terrateniente comenzó muchos años antes de aquella Ley y que su expedición tuvo como razón de ser PRECÍSAMENTE detenerla, demostrando igualmente que no fue una violencia partidista sino VIOLENCIA DE CLASE (de la oligarquía contra el pueblo campesino liberal y conservador), sino que, además, tengo en mi poder el estudio que hizo mi padre en la comisión que conformó el gobierno de Olaya Herrera para elaborar el proyecto de Ley de Reforma Agraria, que luego fue completamente tergiversado bajo el mandato de Alfonso López Pumarejo, que hizo de esa Ley 200 del 36 un arma al servicio de los terratenientes, como también lo demuestro ampliamente en mi tesis que fue publicada inicialmente y reeditada por el Áncora Editores e igualmente por la Editorial Tercer Mundo.

También hay que tener en cuenta la violencia terrateniente que denunció mi padre en el congreso en agosto de 1934, antes de expedida la Ley 200 de 1936, en debate que hizo bajo el título "LA FUERZA PÚBLICA AL SERVICIO DEL FEUDALISMO", donde señala que "perdieron la vida 17 campesinos uniristas", anotando que "más tarde hablaré de las causas mediatas o remotas y haré la interpretación que a mi modo de ver se ajusta a la verdad de los acontecimientos. Y debo principiar por esa relación de los hechos porque ante el país ha sido desfigurada, cínicamente falseada la verdad, por los corresponsales de "El Tiempo" y de "El Espectador", por motivos ausentes de toda pulcritud".

Se trató de una masacre perpetrada en la finca Tolima que era, ni más ni menos, que de propiedad de unos señores de apellido Restrepo y el otro Jaramillo, este último tío de mi mamá, por lo que ella se encontraba allí de vacaciones y presenció horrorizada aquel derramamiento de sangre campesina, por lo que le preguntó a uno de los heridos quién era su jefe. Al saber que era Jorge Eliécer Gaitán se enamoró de él, aún antes de conocerlo personalmente, y comenzó a coleccionar todos los recortes de prensa que sobre él publicaban. Álbumes que sirvieron para que más adelante se conocieran y unos años después naciera yo.

Tengo mucho qué decir sobre la violencia terrateniente porque me la conozco personal, familiar e históricamente. La he investigado en detalle, atraída por el hecho de que esa fue la razón de mi nacimiento. Y me enriqueció el contacto directo con los testigos de la época, porque durante cinco años estuve recorriendo, palmo a palmo, las zonas de violencia terrateniente en las tierras cafeteras colombianas, orientada por el dirigente popular Juan de la Cruz Varela para grabar los testimonios campesinos.

En aquella época no se desató la violencia política que surgió posteriormente en el año 1945, VIOLENCIA DE ESTADO que solo a partir de finales de 1948 se convierte en violencia partidista.

¿Por qué, en lugar de sacar conclusiones prematuras sobre "las causas y origen del conflicto colombiano" no permiten que la Comisión de Esclarecimiento (no veo por qué les molesta que se llame de la Verdad...) adelante sus trabajos y así mi familia podrá aportar - pruebas al canto - los hechos que develan las verdaderas raíces, causas, origen y desarrollo de LA VIOLENCIA que desembocó en el conflicto armado que hasta hoy vivimos?

Creo que hacer afirmaciones contundentes y apresuradas, como la del documento que me envían, es incurrir en el mismo sesgo en que incurre el gobierno.

Por lo tanto, les pido que a la familia GAITÁN, que tiene en su poder documentación contundente sobre el tema, la dejen expresarse y ahí sí, después de un análisis exhaustivo de los hechos, con pruebas documentales al canto, sacar las conclusiones que - si nos atenemos a las expresiones no verbales que se derivan de la estructura lingüística de los textos -, hasta ahora no han hecho más que buscar la ratificación de versiones acomodadas al interés político particular de los protagonistas, desechando la de las víctimas, que hemos padecido directamente el drama, lo hemos conocido e investigado, guardando celosamente las pruebas documentales de lo que afirmamos.


 

** A continuación, el documento citado

 

DECLARACIÓN DE LAS FARC

La Habana, Cuba, sede de los diálogos de paz, abril 4 de 2014
Desde hace ocho meses, la Delegación de Paz de las FARC-EP, está advirtiendo sobre un obstáculo que puede llegar a frenar la dinámica del proceso u obligarlo a marchar al ralentí.
Por todos los medios hemos insistido en la urgencia de conformar una Comisión de esclarecimiento de las causas y responsabilidades del conflicto, como una condición sin la cual, no podría abordarse el decisivo asunto de Víctimas y máximos responsables.
Esta comisión, no es la de la verdad que propone el Gobierno para después de la firma de un eventual acuerdo de paz, con la cual estamos de acuerdo, y compartimos que deberá tener su propio período y duración.
Hablamos de la Comisión de esclarecimiento, y nos preguntamos nuevamente: ¿Cómo pueden establecerse las responsabilidades, o cómo puede abordar la mesa el tema de víctimas, de su reparación, del perdón y el compromiso de un “nunca más”, si no se establece cómo se dieron los hechos de violencia que derivaron en seis décadas o más de conflicto armado?
Sin este insumo, la discusión del Punto 5 referido a víctimas, será una discusión en el aire, un ejercicio estéril que no conducirá a ninguna parte. Hoy queremos dejar constancia en el inicio del ciclo 23 de las conversaciones de paz en La Habana, de esta desatendida alerta temprana.
Es obvio que si no se establece el origen del conflicto y su verdad histórica, no puede haber paz, ni reconocimiento de sus víctimas, ni justicia ni reparación.
Proponemos que el período de estudio histórico abarque desde la expedición de la Ley 200 de 1936, frente a la cual surgió una reacción que desató la violencia terrateniente y partidista, hasta nuestros días, signados estos, por el drama humanitario del desplazamiento forzoso de 6 millones de campesinos, del despojo violento de tierras cuantificado en 8 millones de hectáreas, el impacto del neoliberalismo generador de miseria, las masacres paramilitares y los falsos positivos.
No se trata de colocar contra la pared al Estado, ni de desatar insolubles consecuencias judiciales, ni cacerías de brujas, sino de establecer el cuadro completo de los horrores de la violencia y las consecuencias de la respuesta popular, para, una vez establecida la verdadera historia de lo ocurrido en seis décadas de confrontación fratricida, puedan las partes, las víctimas y la opinión, encontrar una salida, necesariamente política, a la vorágine violenta que persigue a Colombia, que no permite labrar nuestro destino de justicia, en democracia, soberanía y paz.
A nadie debe preocupar que propongamos, que el que esté sin pecado que tire la primera piedra, porque ese es un presupuesto necesario para sanar definitivamente las heridas.
Ningún protagonista de los horrores de la contienda puede pretender pasar de agache. Se trata de que el Estado y las ramas del poder público, los presidentes, los partidos hegemónicos, los terratenientes, los empresarios, los bananeros, los ganaderos, los banqueros, la iglesia, los grandes medios convertidos en instrumentos de la guerra, los militares, los paramilitares, la policía, los guerrillerosy ex guerrilleros, los organismos de inteligencia, los Estados Unidos, y hasta la hipocresía y la indiferencia, hagan un análisis de conciencia para comprender, que debemos hacer hasta la imposible por lograr definitivamente la reconciliación de la familia colombiana. Colombia merece la paz, y no solamente, sino que debemosconvertirla en factor dinámico de extensión de la paz en Latinoamérica y el Caribe.
Es un hecho incontrovertible, que si no se conoce la verdad del pasado, no se puede construir una paz estable y duradera. Debemos mirar entonces a los ojos de nuestra propia historia si queremos solucionar el conflicto y garantizar la no repetición del mismo.
No hemos venido a la mesa de La Habana a negociar impunidades y en consecuencia con ello, ya hemos colocado en manos del gobierno un paquete de propuestas, para que, frente a este tema, las víctimas, las partes contendientes y la opinión, queden plenamente satisfechas con un acuerdo que por fin nos saque del infierno de la guerra.
Llamamos a todos los movimientos políticos y sociales del país, a las organizaciones populares, a la nación en masa, a respaldar sin reservas este proceso de paz, a movilizarse por los cambios y un nuevo país, y a no dejar que se apague esta esperanza colectiva.

DELEGACIÓN DE PAZ DE LAS FARC-EP