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Una cierta tristeza
Enrique Santos Molano
Ha muerto Françoise Quoirez. Si sólo se tratara de Françoise Quoirez, nos limitaríamos a decir “Que descanse en paz y que la tierra le sea leve”; pero Françoise Quoirez era apenas un nombre detrás de un seudónimo. Y no cualquier seudónimo. Françoise Sagan, que cambió su apellido original por el de la princesa Sagan, uno de los personajes más atractivos de En busca del tiempo Perdido, la novela inmortal de Marcel Proust.
Mucho habrá que decir sobre Françoise Sagan. Por ahora, para empezar, diremos que de la enorme celebridad que alcanzó en los años cincuenta y sesenta, le quedaba muy poca a la hora de su muerte. Lo cual no importa. Al fin y al cabo quien ha muerto, ha sido Françoise Quoirez, pues personas como Françoise Sagan no pueden morir jamás. La inmortalidad es su destino.
Françoise Quoirez había nacido en 1935 en Cujarc, Lot. François Sagan nació en París, en 1954, año en que apareció su primera novela, Buenos días, tristeza (Bonjour tristesse), donde, a pelo de una prosa fina y rica expresa la rebeldía de una joven de diecinueve años, asqueada del vacío, la amargura y el resentimiento de una sociedad elitista y poderosa que busca en la diversión, en la depravación y en el absurdo un motivo para vivir o para explicarse su crisis existencial. Han dicho algunos resúmenes de prensa que Françoise Sagan trató temas profundos de una forma ligera. No hay la menor ligereza en la obra de Françoise Sagan, sino una que podríamos llamar “profunda profundidad” para tratar aspectos dramáticos de la vida de hoy que han estado presentes en la realidad cotidiana de los últimos cincuenta años, y que han desembocado, como lo presintió Sagan –princesa de las letras—en una existencia frívola y terrible y en el renacimiento de las peores fuerzas oscurantistas que hayan azotado a la humanidad.
Buenos días, tristeza la proyectó a la celebridad universal. Después publicó Una cierta sonrisa (Un certain sourire) en 1956; En un mes, en un año (Dans un mois, dons un an) en 1957; ¿Ama usted a Brhams (Aimez-vous Brahms?) en 1959; el admirable libreto para ballet La cita fallida (Le rendez-vous manqué), 1960; y las novelas Un castillo en Suecia (Un Chateau en Suède), 1961; A veces, los violines (Les violons, parfois), 1961; la bata malva de Valentina (La robe mauve de Valentine), 1963; La Llamada (La chamade), 1965; El caballo desaparecido (Le cheval evanoui), 1966; y La Guardia del corazón (La garde du coeur), 1968, entre otras.
Que descanse en paz Françoise Quoirez; Françoise Sagan, en cuyos ojos reposó siempre una cierta tristeza, no tiene derecho a descansar en paz. Sobre su nombre no caerá el olvido ruin con que tratarán de sepultarlo quienes fueron víctimas de su crítica rebelde, inteligente y honrada. Sus grandes novelas no lo permitirán.
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