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   SOBRE LAS CRÓNICAS DE UN VIAJERO

                        

                EL EXILIO Y LA LITERATURA,

                VIAJES DE GILLES LAPOUGE

        

Édgar Bastidas Urresty

"No sé si el Brasil es un país pero estoy seguro que es una biblioteca". G. Lapouge

Brasil fue el país homenajeado en El Salón del libro en París, hace algunos años, y 36 de sus autores invitados: Jorge Amado, Paloma Amado, Chico Buarque, Bernardo Carvalho, Edilberto Coutinho, Autran Dourado, Lygia Fagundes Telles, Marilene Felinto, José Rubem Fonseca, Fernando Gabeira, Victor Guidice, Hilda Hilt, Nélida Pinon, Patricia Melo, Sonia Rodríguez Mota, José Sarney (expresidente de la República) Moacyr Scliar, Jo Soares, Ariano Suassuna, Dalton Trevisan, Antonio Torres, entre ellos.

El homenaje se llamó "Al descubrimiento del Brasil", casi 28 libros de 23 autores fueron reeditados; se hizo una antología de cuento y otra de poesía; se publicó el segundo libro del fresco Le Temps et le vent, de Erico Veríssimo, un cuento inédito Mon oncle le Jaguar de Joao Guimaraes Rosa; el relato Hautes Terres- la guerre de Canudos (1902) de Euclides La Cunha, una colección de poemas de Saulo Ramos y el libro L'Apprenti touriste de Mario de Andrade.
Con este motivo el escritor francés Gilles Lapouge, autor entre otros de los libros La Bataille de Wagram (1968) y Les Folies Koenigsmark (1969) y gran lector de la obra del premio nobel Knut P. Hamsun escribió un artículo en La Quinzaine littéraire (No. 735 marzo de 1998) de París, en torno a la literatura como pasión y el exilio como condición sui generis del proceso creador.

El autor da ejemplos de viajeros, de descubrimientos de geografías insólitas, extrañas, mágicas; de cómo debió ser de cierta manera la experiencia de Colón en 1492, de Álvarez Cabral en 1500; de la necesidad que tuvieron de escribir tan prodigiosos hallazgos.

Menciona libros de antropología que se convirtieron en clásicos, un libro del holandés Hnas Staden que denuncia la antropofagia de la que estuvo a punto de ser víctima, miles de crónicas sobre el Brasil, país sobre el que Montaigne predicó la tolerancia en sus Ensayos (1580) y Thomas Moro la disciplina, en Utopía (1516).

Esta tierra exótica, inconmensurable, salvaje, atrajo también a científicos como La Condamine, Humbolt, al barón Lagsdoff, quienes se deslumbraron ante "las bestias y las legumbres del extremo del mundo, ante ríos como mares, ante bosques del plioceno" 1.

En el siglo XX una pléyade de escritores, poetas, etnólogos y lingüistas: Aldoux Huxley, Blaise Cendrars (2) Ferreira de Castro, Claude Levi-Strauss, Roger Bastide, Dacy Ribeiro, Jünger, Henri Michaux, Alain Gheerbrandt, Mario de Andrade, Erico Veríssimo, Jorge Amado, Guimaraes Rosa en especial, recorren a grandes pasos el Mato Grosso, la Amazonia, el Rio Grande del Sur o el Noroeste, y convierten el Brasil en "obra maestra".

La utopía y el buen salvaje

Brasil y la Polinesia contrastan por su ubicación y tamaño geográfico pero han sido el escenario natural donde surgieron nuevos elementos para la filosofía, la sociología, la etnología, y la pasión literaria.

Thomás Moro, canciller y víctima de Enrique VIII percibió en el Brasil el concepto de utopía que inspiró su novela homónima de contenido político y social y produjo una ruptura en la filosofía moderna.

Diez mil libros se escribieron en dos siglos sobre la pequeña Polinesia, y Tahití la isla principal, fue el teatro de un gran debate sobre la cuestión del Buen Salvaje. En Papeete la capital de Tahití estuvieron Bougainville, Stevenson, Segalen, London y Melville y escribieron libros de viajes, de relatos y aventuras.

Islandia

Mientras en París, Bolonia y Sevilla en el siglo XVII se debatían disparatadamente cuestiones de la filosofía escolástica, Islandia preparaba el gran tesoro de Las Sagas que formarían las Eddas.

Lapouge señala que Brasil, Islandia y Polinesia llegaron tarde a la historia, el primero en el siglo XVI, el segundo en el noveno y las islas de Oceanía en el siglo XVIII.

Este hecho y el de haber sido descubiertos y poblados por exiliados hace suponer que existe una estrecha relación entre el exilio y la pasión literaria. A Reikiavik arribaron gentes de Noruega y de Irlanda; al Brasil, de Holanda, Francia y Portugal, y de ningún lugar a la Polinesia.

Los marinos noruegos encontraron en 865 una "isla desierta, brumosa... y llena de nieves". Vivieron de la pesca, en pequeñas cabañas, tuvieron conflictos y formaron hogares. Procedían de Noruega, su pasado y su condición de exiliados les genera dudas, y como Proust y Virgilio, como los redactores del Génesis y los del Gilgamés, buscan la nada perdida" (3). En las noches" cuentan su propia odisea, sus viajes, cuáles fueron los reyes de sus padres y cuáles mujeres los amaron. Llenan los basaltos y los volcanes del recuerdo de Egils Skallagrimsson y de Harald de la bella cabellera, del amor de Gudrun por su marido y del sonreír de Hallgerd cuando muere su marido Gunnar".4

Las sagas brasileñas

Lapouge, un gran admirador y conocedor de la cultura del Brasil, en el verano de 1997 pasó una temporada en la Amazonia y fue testigo de una experiencia parecida a la que debieron tener los primeros pobladores de Islandia. En Juruena, una de las pequeñas ciudades de esa inmensa región fue huésped de unos colonos originarios del sur de Brasil donde habían dejado todo su pasado. Con ellos comió una barbacoa (carne asada) y tomó mucha cerveza. A pesar de que estaba medio adormecido pudo escuchar un diálogo que por su carácter asoció al Libro de la colonización (el Landnamabok) y al de la sociedad islandesa. Uno de ellos le recordaba a su amigo la vez en que había bebido dos litros de cachaza (aguardiente). Un tronco de jacarandá les pareció que era una boa... y les dio la impresión que la vieja María estuvo a punto de ser comida por una pantera...No sabían qué había pasado con la chica rubia que emocionaba a todos; el primero había olvidado de qué parte era su interlocutor, si de Minas Gerais, o del Paraná, y la procedencia de sus padres...
El autor reconoce que esta "saga de Juruena" estaba aún en gestación y no podía equipararse a las Sagas Islandesas, pero era el comienzo de lo que podría ser la Saga de la Amazonia. Algún día se escribiría esta saga, como Erico Veríssimo escribió "la saga de los gauchos brasileños, Guimaraes Rosa la de los "cangaceiros" y Jorge Amado la de los Negros de Bahía". 5

La epopeya, la pasión literaria del Brasil salvo algunos matices, son comunes al resto de América latina. El exilio como condición de la escritura se ha dado en gran forma en los Estados Unidos: Whitman, Melville, M. Twain, H. James, Nathanael Hawthorne y William Faulkner... A la objeción de que países como Francia, Alemania, Rusia, China, no han llegado tarde a la historia y sin embargo tienen una gran literatura, Lapouge responde que "todos los hombres están en exilio y toda literatura forma los anales de este exilio". 6

Y si surgieran más dudas, dice que la Argentina, otro país de exilio sólo llegó a la historia en el siglo XVI, y Borges, un escritor de ningún sitio, construyó una "biblioteca de Babel".

Notas
Gilles Lapouge. Brasil p.4
Blaise Cendrars visitó el Brasil y fue recibido por el historiador Sergio Buarque, uno de los actores del movimiento modernista de Río en los años 20 y autor del importante libro Raíces del Brasil (1936) a quien el poeta francés dedicó sus poemas brasileños.
Ibid p.5
Ibid p.5
Ibid p.5
Ibid p.5