'AGUA PASO POR AQUI...'
Jairo Sandoval
Es entre difícil y menso tratar de regresar al cántaro el agua vertida, particularmente si el “agua” pasó hacia Nicaragua y el cántaro roto es nuestro mar Caribe. Trágica, entonces, la calamidad que inundó “nuestro” meridiano 82 y baña en lágrimas el Archipiélago cortado.
La anterior ruina fue consecuencia inmediata de la reprensible indolencia con que la presente administración barajó el diferendo Nicaragua vs. Colombia. Impericia que no es insólita, ni tampoco inédita. Y que no es personal y contemporánea, sino colectiva y antigua, porque lo cierto es que todos nuestros gobiernos han corroborado, con su incuria social y el descuido crónico de nuestras aguas y tierras, su despreocupación por lo nuestro. Así que el Vía crucis de San Andrés es la última revelación del despotismo de clase que el sector hegemónico de Colombia (siendo el único que gobierna) viene infligiendo con tan inauditos efectos sobre la población, desde la incepción misma, o nacimiento, de nuestra malhadada República. Mejor dicho, San Andrés vino a ser, como antes lo fue Panamá y lo es Chocó actualmente, parte apenas nominal y excedente, de la República de Colombia.
» Siendo éste el contexto histórico, la responsabilidad por el brusco recorte de nuestro mar Caribe y, sobre todo, por el desmedro económico y la ansiedad social y moral del Archipiélago, posteriores al implacable veredicto de la Corte Internacional de Justicia, recae de plano sobre la oligarquía (en su mayoría, plutocrática y nepotista) de nuestro país: Las relaciones exteriores de la nación fueron, y son, mayorazgo o botín intransferible de esa reducida potestad señorial dueña de todo. Nadie que no sea miembro registrado de nuestra cripta hegemónica jamás ha tenido cuota o figuración terminante en diplomacia.
» Por otra parte, la inobservancia o el cohecho, la parcialidad o el prevaricato, o la simple estulticia en que hubiera podido incurrir el Tribunal de La Haya, y la improcedente reclamación de Nicaragua, no tienen ni mayor ni análogo significado a la insensibilidad y egocentrismo de la élite de poder que admitió hurtarle a su país 70.000 Klm² de área marina.
» Con su fallo, la CIJ sembró una paradoja irreconciliable entre la 'Soberanía' y los 'Derechos', porque San Andrés es un organismo étnico imbricado -y una fisonomía social hermanada simbióticamente- con tierra y mar. Cercenar en lo ecológico el sustento, y amputar en lo sociológico la vida misma de un pueblo cohesivo y autosuficiente, y degradarlo a cosa negociada por dos esferas nacionales disputantes -Colombia y Nicaragua-, sin que aquel pueblo tenga voz y voto para definir o defender sus derechos inalienables y su libertad, (¡y en pleno siglo xxi!) constituye un delito de lesa humanidad. He aquí, pues, una declaración apodíctica: "La CIJ violó de manera escandalosa los Derechos Humanos de todo un pueblo. El brazo justiciero de la ONU hirió su brazo humanitario”.
» Nicaragua, un país escaso de oligarquías, ensambló un equipo internacional bastante superior al contrario, en ilustración y experiencia, el siguiente: Vaughan Lowe, profesor emeritus (U. de Oxford). Alex Oude Elferink, profesor (U. de Utrecht), director del Instituto Holandés para el Derecho del Mar. Alain Pellet, Profesor (U. de Paris), rapporteur, expresidente de la Comisión de Derecho Internacional de la ONU. Paul Reichler, jurista de la famosa firma Foley&Hoag, uno de los mejores internacionalistas de Washington DC. Antonio Remiro Brotóns, profesor (U de Madrid). Mas un equipo asesor de aprox. dieciséis expertos mundiales incluyendo cartógrafos del célebre Almirantazgo Inglés. Colombia, al contrario, se presentó con un internacionalista australiano, James Crawford, de la U. de Cambridge, con Marcelo Kohen (Instituto Internacional de Ginebra) y once consejeros colombianos. Nicaragua presentó su Memorial básico en el año 2003, documento puntual. Colombia no reveló el Contra-Memorial sino hasta 2008 (!), un documento más histórico que evidencial, de 462 pág., carente de sumario de inmediata referencia. En 2004, en el diferendo entre Ucrania y Rumania, la una tuvo apoyo prospectivo de la empresa Shell Oil, a la otra la apuntaló la firma austriaca OMV. ¿Similar soporte empresarial tendría Nicaragua?
» En fin: 1. Como el Presidente Santos no ejerció sobre el lamentable litigio ningún pragmatismo demostrativo de vigor, ni aplica ahora cosa diferente a la verbosidad defensiva y escapista, entonces tiene una sola, íngrima, oportunidad de impartir a su nación la evolución radical y populista de emprendimiento, inaugural de Colombia Obligatoria y sepulturera de la derrota asestada por Nicaragua: “Es un yerro grave desperdiciar una crisis”. Lo traduzco al idioma de la realidad: Santos no tiene otra alternativa que simultáneamente contrarrestar el fallo pernicioso sobre el mar y capturar la paz interna del país. 2. La Ministra Holguín trajina en esta malaventura diplomática de forma coloquial y desvaría como agorera de familia. Es cuestión de pulcritud profesional la presentación de su renuncia al cargo. 3. Los “negociadores” por Colombia, J. Londoño Paredes y G. Fernández de Soto, bastiones del privilegio de clase, fueron humillados en La Haya. El silencio suyo en adelante tasará justamente su valor como delegados a debates globales. 4. Antes del severo golpe diplomático, El Congreso y los Partidos Políticos nacionales actuaron sobre la materia con la acuerpada disposición que los caracteriza: la inanidad. Ahora se defienden con sus más connotados aparejos: los equívocos. El Congreso merece la proscripción, como pena; los Partidos, el escarnio, como obsequio. El expresidente Uribe, bajo cuya desastrosa administración se contorneó la mayor parte del venenoso laudo arbitral y cuyo quehacer maniqueo estampó la derrota de nuestro país, se hace consignatario de más y más reprobación por parte de la gente bienhechora.
» Empero, y para finalizar, he aquí, como solución, un escenario formidable. Hallar la Sociedad Civil Colombiana un término medio entre los extremos absurdos de aceptar a regañadientes el fallo virulento, o desestimarlo con circunloquios baladíes o vendajes de procedimiento. Éste: Desatar la actividad de resistencia de dicho Tercer Sector (Sector no Gubernamental) con una respuesta societal novel e inexplorada, la de apersonarse de la lucha por la reintegración territorial de San Andrés. Y por la integridad de la población isleña transgredida, ahora en descomunal enfrentamiento con la versión moderna, pero arbitraria y pifiada, del internacionalismo judicial de la ONU.
» Tal batalla civilista seduciría la atención del mundo entero, pues que la Justicia Mundial y los Derechos Internacionales, y su mutua interacción, son aun cánones en desarrollo. Colombia se convertiría en pionera de la armonía global del siglo xxi: sería una aplicación no primermundista pero sí juiciosa del moderno canon del “Soft Power”.
Que Santos elija entre ser el guardián y partidario de esta gran Cruzada Civil, o el rival del presidente Marroquín, de fama panameña, por la corona del oprobio.
¿Y nosotros, los colombianos corrientes? Escuchemos la impetración de cierta voz que nos dice: “Alguna Deidad o Fibra Oculta los impulsa a marchar ~ Den el primer paso sin miedo y anuden el poder político al moral”. Jairo Sandoval Franky, Washington, DC
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