Rodrigo LLano Isaza
(Boletín Virtual, Bogotá) Por supuesto que no es el Senador Miguel de la Espriella un testigo para sustentar una causa. Son muchos los escándalos a los cuales se ha visto ligado (recordemos la avioneta de Montería en el 8.000) y aunque justo es reconocerle una increíble capacidad para eludir responsabilidades, pese a su relativa juventud es, desde hace diez años, por lo menos, una de esas personas con más malas amistades que hay en el Congreso. Voluble, oportunista y con una camaleónica actitud para caer parado en medio de toda crisis, ahora es-- en esta compleja y cada vez mas escandalosa historia paramilitar y parapolítica-- quien se adelanta a revelar las no por presumibles menos dolosas y delictivas relaciones entre la clase política y el sanguinario mando paramilitar. Desde luego que al Senador de la Espriella no lo debe motivar el afán por la verdad-- que casi siempre ha eludido--, ni un propósito de enmienda-- que nadie le conoce-, ni una voluntad en él desconocida de colaborar lealmente con la justicia, sino que debe estar tramando alguna celada en contra de la persona que él abomina en la política de su departamento, el Senador Juan Manuel López Cabrales!
Pero mientras el Senador de la Espriella atiende sus preocupaciones regionales, a los colombianos se nos ha revelado, por boca de uno de sus mas autorizados participantes, la magnitud de la emboscada de que fue víctima el partido liberal en las elecciones presidenciales del año 2002. Fue precisamente esa cita entre el mundo político y el mando paramilitar para dialogar y acordar un nuevo proyecto político-- tales son las palabras del senador de marras--el punto de quiebre de la campaña presidencial de ese entonces y aunque somos muchos los que sospechábamos la verdad, solo ahora gracias a las revelaciones del Senador de la Espriella, podemos estar seguros que esa elección, que hasta finales del año 2001 todas las encuestas revelaban que sería ganada por el candidato del partido liberal, fue penosamente manipulada, amañada y manejada por el mas eficaz de los métodos -- el del terror !-- para obtener los resultados que cambiaron la historia y llevaron al proyecto paramilitar hasta el Congreso, primero; hasta el "acuerdo de paz", después; la ley de justicia y paz luego, y ahora al proyecto del perdón total para sus crímenes de lesa humanidad, al gozo de sus enormes riquezas obtenidas en el comercio de narcóticos y el despojo de tierras, y hasta la horrorosa perspectiva de que pueda llegar a consolidarse como una fuerza política, con la asesoría de los profesores de la Sorbona-- según el doctor de la Espriella-- que valdría la pena de conocer para identificar a los ideólogos de semejante proyecto.
Frente a esas revelaciones, desde politólogos hasta historiadores, ya que serán pocos los jueces a quienes se les pueda pedir que honren a la democracia colombiana, deben movilizarse en la búsqueda de la verdad de lo que aconteció en el año 2002. No es de poca monta la revelación que este domingo confirmó a los colombianos que no fue el juego de las ideas ni la libre expresión de la voluntad ciudadana los que produjeron el sorprendente resultado de ese entonces, sino la fría determinación del mando paramilitar y sus "asesores de la Sorbona", quienes primero asustaron a los políticos en la insólita reunión del 2001 hasta el punto que "por miedo", según el senador delator, firmaron un documento de compromiso, y luego produjeron un fenómeno político que nuestros despistados encuestadores y frívolos comentaristas adjudicaron al cansancio del país con el fracasado experimento de paz de la administración Pastrana, pero que ahora podemos suponer que se debió a las frías amenazas de las armas sobre el corazón y la voluntad de miles de campesinos y gentes sencillas y anónimas que hubieron de plegarse-- como lo habían hecho antes sus senadores y representantes-- ante el despiadado mando paramilitar que había resuelto montar su "proyecto político".
Al expresidente Samper le montaron un escándalo mayúsculo porque supuestamente dineros del narcotráfico sirvieron para obtener respaldo electoral en su elección. Ahora, sin ninguna reserva, uno de sus senadores nos revela que en el año 2002 dineros, armas y hombres provenientes del paramilitarismo, con su indudable alianza con el narcotráfico, idearon, montaron y sacaron adelante un proyecto político. Es acaso mucho pedir que nos acaben de contar el cuento y nos digan quienes fueron los beneficiarios, cuales los compromisos, cuales los objetivos y hasta donde nos piensan llevar? A los Estados Unidos que siguen con tanto detenimiento las elecciones de Venezuela y Ecuador, para hablar tan solo de las mas cercanas, no se les ocurrirá contarnos qué tanto saben de esos días azarosos? .
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