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ENSAYO

 

              LA ESPERA DE BECKETT

 

Édgar Bastidas Urresty

El retrato de Beckett (premio Nobel en l969) de Lutfi Ozkok es quizás el más conocido internacionalmente, así como su pieza Esperando a Godot a pesar de su complejidad. Muestra a un hombre de más de sesenta años; impresionan sus ojos, su nariz y cabello aguileños, su aspecto agresivo y su aire lejano.
La lectura atenta de algunas biografías sobre Beckett hace pensar en una estrecha relación entre aspectos de su vida y ciertos rasgos de sus personajes.
El escritor, ensayista y novelista Maurice Nadeau en su importante sección Journal en Public de la revista La Quinzaine littéraire ( No. 756, París l999 ) se refiere a algunas biografías sobre Beckett, a las circunstancias en que lo conoció en París y al trabajo psicoanalítico de Didier Anzieu.
James Knowlson, uno de los biógrafos, citado por Nadeau, cuenta que encontrándose Beckett en el muelle del puerto de Dublín en l946, un día tempestuoso de primavera regresó a su habitación donde tuvo la visión de la obra que escribiría como un retorno a su trabajo anterior.
En los años cincuenta Beckett había publicado Murphy, Watt, Mercier y Camier.
A propósito de esa visión M. Nadeau se pregunta cómo el autor irlandés iba a darle forma a ese material. Anzieu responde: “Por el libre hablar de una voz que envuelve al lector, una voz que se envuelve a sí misma, una voz que expresa interminablemente la multiplicidad de las voces, sus ajustes infinitos...”
Y aparece la trilogía Molloy (1951) Malone se muere (1951) El Innombrable (1953) cuyos personajes afectados por una enfermedad monologan, destruyen el lenguaje y esperan la muerte. En l952 había escrito Esperando a Godot, pieza que Nadeau vio en París en compañía de Henry Miller.
M. Nadeau conoció a Beckett en París en l938. Acababa de salir Murphy y tomó una cerveza con él. Después lo encontró varias veces en la revista Lettres nouvelles donde iba a entregar sus relatos y piezas radiofónicas. En otra ocasión lo esperó con impaciencia a que llegara con otros amigos, se sentaron en una mesa del Rouquet en el Boulevard Saint-Germain y permanecieron silenciosos.
Lo vio por última vez en el otoño de l987 un poco antes de su encierro definitivo; andaba a un paso “vivo, mecánico, nervioso”; un fotógrafo lo fotografía de espalda, Beckett evita el saludo; tiene un aire principesco, dominante, las gentes se apartan.

Tesis psicoanalítica

Otros biógrafos de Beckett (Deirdre Bais, J. Knowlson ) hablan de la relación de amor y odio que él tuvo con su madre, de sus rupturas y abandonos: deja su familia, el colegio, Irlanda, vagabundea...
Por remordimiento regresa temporalmente, su madre muere, ella se negaba a leerlo y lo consideraba un fracasado Pero ninguno de los biógrafos hace referencia al padre.
En l934 y l935 se somete a un análisis con el psiquiatra londinense W.R. Bion. Se encuentra físicamente mal, tiene: “ abcesos, forúnculos, uno de ellos en el ano, gripes, dolores articulares, ahogos, constipaciones, bloqueo urinario, punzadas en el bajo vientre, pesadillas e insomnios”, estado que lo afecta moral y psíquicamente.
Beckett es consciente de que estos males son “la negación de la vida”. Si no se le hubiera muerto el alma, le confiesa a su amigo Mc Greery, se emborracharía, soñaría despierto, vagabundearía. Según Anzieu, Beckett sabe que ese estado le ha generado “un pensar negativo generalizado” como consecuencia de “sus desórdenes psicosomáticos y de sus conductas aditivas y delictuosas”.

La espera y la nada
Vladimir y Estragón, dos vagabundos esperan a Godot... La espera continúa en la segunda escena pero aparecen Pozzo y Lucky, unos desconocidos que resultan ser amo y esclavo. Dialogan con Pozzo, le cuentan la espera; les pregunta quién es Godot y le confiesan que apenas lo conocen. Hay escenas grotescas, divertidas, pequeños incidentes, un monólogo de Lucky, la partida y regreso de los visitantes de ocasión.
Al final Vladimir y Estragón saben que Godot solo vendrá al día siguiente. La incertidumbre los induce a suicidarse, a colgarse del árbol, decisión que aplazan porque sus correas son cortas y frágiles y esperan la aparición de Godot como última carta de salvación.
La espera hace que Vladimir y Estragón experimenten la nada, el mundo sin sentido en que viven.
Adorno cree que Beckett, Joyce, Kafka, Schönberg, Picasso, representan el arte auténtico prevalecido de cierta aura, opuesto a la realidad existente, a las normas y modelos dominantes.
Film, única película de Beckett protagonizada por Buster Keaton muestra a un personaje inmerso en el ambiente de una habitación, en el que el sonido desplaza el relato. El lenguaje desaparece y sólo queda la instancia del pensar en la soledad.

El hombre alienado

Leo Kofler, pensador polaco que sigue los postulados de la estética de Lukács, en su libro Arte abstracto y literatura dedica un capítulo a Beckett.
Los personajes de Esperando a Godot y Fin de partida según Kofler tienen muchos de los rasgos del hombre alienado de la sociedad burguesa. En esta sociedad predomina una alienación sociológica general. El individuo, la mercancía, la cultura, son masificados por el consumo. El individuo pierde su libertad, vive un “tiempo muerto” y estéril. La división del trabajo y la especialización ( Marx, habla de la proletarización del saber ) hacen que el individuo se empobrezca anímica y espiritualmente, reduzca su capacidad crítica, hable el mismo lenguaje, etc.
Los personajes de Beckett pertenecen a ese mundo, pero para Kofler solo viven la alienación interior porque han roto el nexo, el tiempo de la realidad histórica y social.
Viven una experiencia nihilista interiorizada, la nada, la angustia, la desesperación, el vacío, la muerte.
Wladimir y Estragón son personajes reificados o cosificados por su alienación y deshumanización, están fuera del tiempo, de la historia y de lo social. Esperan algo, que abre una esperanza, pero como Godot no llega, la espera pierde sentido.

El teatro de Brecht también reconoce la existencia de condiciones de alienación en la sociedad burguesa, pero a partir del hombre histórico y social que las vive e interioriza.

¿ Moderno o postmoderno ?

En un encuentro en La Haya en 1992 de importantes profesores, críticos y directores de teatro, se planteó este interrogante.
La agencia informativa decía que antes de Beckett el interés del teatro recaía en la acción y no en la situación y que esto y la tarea de identificar los personajes beckettianos transformaron el teatro.
Agrega que surgieron dos posiciones: la de quienes lo consideran postmoderno porque sus personajes encarnan un mundo de valores relativos, inciertos y de confusión individual. Y la de los que lo identifican como moderno porque intenta salvar la autonomía del individuo para evitar su desaparición.
Alain Robbe-Grillet, uno de los representantes de La nueva novela, afirma que contrariamente al papel que cumple el actor en el teatro tradicional, Vladimir y Estragón parecen no tenerlo.
Estas interpretaciones son válidas pero relativas y confirman el carácter enigmático de la obra de Beckett.

edgarbastidas@hotmail.com