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COMENTARIO

 

      LOS PLANTEAMIENTOS FRENTE A LAS ZONAS

           DE TOLERANCIA: BARRIO SANTA FE-BOGOTÁ

 

Gustavo Enrique Ortiz Clavijo

Las políticas socioculturales están condenadas al fracaso, cuando se construyen desde linderos físicos y se reglamenta y legisla para una sociedad. Bogotá parece sumida en este caos y tres ejes transversales lo reviven, el desplazamiento, los LGTB y la prostitución del Centro. En esta oportunidad tomaré el último camino, sobre el cuál formulo algunas poéticas críticas, discursos de ocasión, con algún asidero teórico. Esta es una imaginación libresca todavía no completada, un reto que surgió con un grupo de compañeros saliendo un día de la Feria Internacional del Libro de Bogotá... un buscar historias pero para abordar un efoque sociológico y linguístico serio, algo que no se ve mucho en los informes oficiales.

 

Una ciudad es un lugar de conversación y de escritura; está erigida y se conserva por el lenguaje. Al registrar la voz de la ciudad, se develan referencias a las instituciones, al tiempo y a los lugares, a los tipos de relación social de la vida urbana. El enfrentarse como personaje individual y colectivo en una ciudad, propende a formalizar imaginarios donde se estructuran y proyectan ejes ideológicos, estéticos, sociales, entre otros, que posibilitan la comunicación. El gran problema me la formulé una tarde en pleno cruce de la cra 7 con calle 19. Si cruzo y me atracan o me matan, a qué localidad corresponde la responsabilidad y la estadística, ¿no me podrían haber seguido, acaso? Con ese mismo rasero se tratan estos casos de marginalización. Con esta duda y premisa nos lanzamos a varias jornadas en el 2005, y descubrir en el trato directo con las trabajadoras sexuales, como personas que cumplen un oficio y no como personas en crisis, que han elegido la peor opción, y el investigador debe redimirlas, salvarlas. Así no se pueden leer los discursos, las semiosferas culturales de estas zonas de tolerancia.

 

Nos asombran las políticas de una ciudad que se ciñen a estadísticas para evaluar problemáticas y cualificar individuos, como son en especial los de nuestro tema de estudio, ya que éstos siendo no lejanos, son indeterminados, invisibles y flotantes. Encontramos que en Colombia, la Convención sobre eliminación de todas las formas de discriminación de la mujer, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 18 de diciembre de 1979, fue revalidada por la Ley 51 de Julio 2 de 1981. Las investigaciones desmandadas de la Cámara de Comercio de Bogotá sobre la problemática de las trabajadores sexuales llega a un punto siniestro, al argumentar que ejercen ese trabajo en forma no voluntaria, por sus bajos niveles familiares, emocionales y económicos. Una barbaridad contrastada en el campo de acción. El trabajo sexual es un trabajo bueno o malo, con coyunturas sociales conflictivas sí, pero es un trabajo. Hablando con una líder de la zona siempre está presente el deseo de mejorar la calidad de vida, pero al igual que en "el intercambio humanitario", los problemas son por falta de sincera comunicación con el estamento oficial- No sólo Uribe es tan testarudo. No se puede restringir la independencia de estas personas, que es monetaria, a punta de talleres y un proceso que no tiene certeza, si pensamos lo díficil para personas con mejores situaciones conseguir un empleo y consolidar una calidad de vida.

 

El desconocimiento y la ignorancia que comportan la mayoría de los ciudadanos, expresada en actitudes de indiferencia, genera exclusión y una deformación de la realidad que habita en lugares como las zonas de prostitución, mientras se cuecen en las esquinas ejemplos evidentes de discriminación, migración y marginación social. Después de un año de formulado con un grupo de académicos este proyecto – en la actualidad en receso-, las soluciones y los enfoques no han mejorado, y veo en un noticiero de franja nocturna e independiente, imágenes de menores de edad prostituyéndose en la Avenida Caracas y repito la pregunta, de quién sigue la responsabilidad, de Mártires, de Santa Fe o del territorio inmaculado de Transmilenio, país dentro de otro país. Veo como una trampa mortal, delimitar espacios físicos a grupos en constante desplazamiento, me parece un peligro en el caso de los LGTB restringirlo a la celda de "Chapinero", eso es lo que se viene formulando. Y "Santa Fe" como una olla a presión, de pocas cuadras para una alta población.

 

Es precisamente en zonas de alto riesgo donde se evidencia la presencia de los diversos actores armados, contrarios o que hacen parte del Estado, en procura de asegurar un escenario de poder para sus intereses. El paramilitarismo, las extrañas requisas de miembros de un status quo oficial en las entrañas de ciertos lupanares y todo como si nada. La traquetización, como alguna vez expresó el Alcalde, es cierta, nosotros, grupo independiente de investigación nos ceñimos a un sitio término medio,  para cuidar las finanzas de esta experiencia. Toca invertir en este entramado social y económico deshumanizador, aunque no nos guste, para poder sentir el riesgo y generar un compromiso. Un par de veces estuvimos con el riesgo de ser asaltados, la noche y dos lugares eran los únicos vectores para no tener una investigación infinita, sino precisa y sociolinguística.

 

Es problemático presentar una sola imagen oficial de la ciudad, porque el escenario urbano tiene diversos rostros, todos iguales de válidos, complementarios y autónomos. Los saberes locales no discriminan ni generan exclusión, ya que también abordan las subculturas y expresiones de individuos y grupos marginados.

 

La riqueza de historias, personajes, protagonistas y escenarios en el barrio Santa Fe y su zona de confluencia, que nos asegura un material de investigación diverso y nutricio en componentes para una posible literatura, textos que merecen hablar, por que el lenguaje es una semiótica social, un arma en el cuál el ser humano se empodera ante los otros. Por el momento limitado a un libro que saqué bajo uno de mis heterónimos...

 

GRITO HACIA EL DESIERTO

El poeta se queja

sobre la almohada de cuatro meses

de una lacedemonia prostituta.

En sus ojos blandos

danzan calles como sogas,

corbatas como sogas,

poemas como sogas.

El periodista termina ya su crónica

de dos seres sin importancia.

Una paloma retoza con alborozo sus plumas

en su piscina de agua lluvia

mientras los habitantes del barrio Santa Fe

empolvan sus esperanzas,

desarrugan los trajes

para el siguiente acto.

 

Ofrecer herramientas culturales no es exclusividad de espacios públicos avalados por el ente gubernamental o cuyo acceso es restringido a ciertas temporadas del año. Los imaginarios de centros y periferias no son definidos por linderos físicos, debido a que una ciudad es una fragmentación de los mismos, y por ende, una red inevitable que no borra distancias físicas, por más intento de ofrecer los servicios públicos necesarios y cercanos a la población de alguna zona de la ciudad. Esto puede llegar a constreñir la potencialidad de generar significado y el desempeño de roles sociales de los ciudadanos. Negar esos  textos, es negar personas, y la mirada puritana de algunos investigadores de ir a escudriñar sin hacer gasto o inversión, es la candidez de negar una economía en acción, una trabajadora sexual no se pone a charlar con alguien en su puesto de trabajo, si no consume licor en el establecimiento. Es cándido, el pensar de un Estado que de la noche a la mañana, ellas abandonen el ejercicio por una capacitación mediana y un mercado, siendo que el dinero tangible es el único que da la independencia en esta sociedad de consumo. Es intolerable, hacer estas jornadas de manera independiente, correr el riesgo, ser héroes sin quererlo, porque el Estado se ha olvidado y siempre olvidará estas zonas de tolerancia, son su cicatriz ante la diplomacía internacional.

 

Por lo anterior, es necesario consignar en la memoria colectiva de la ciudad, de los lectores en sí, el hecho de que la paz se da al reconocer y valorar los discursos de todos los grupos inmersos, tanto legitimados como marginales, donde no se pueden seguir y valorar únicamente imaginarios invisibles de ciertos grupos en alto riesgo a partir de preconceptos y prejuicios de nuestra enseñanza familiar, académica y social.

 

De mi poemario Basiliscos Sur Le Cité, otro texto consigna mi primera aventura, una madrugada de un 23 de abril...

BARRIO SANTA FE

El taxi de párpados rojos

lame las entrañas de la ciudad.

El saldo a favor de sus ocupantes

es el que permite un solo de trompeta,

el whiskey barato

no escancia mejores baladas,

las manchas registradas de la calle

son para seres de arena.

Alguien dejó olvidada una invitación

al entierro de un buen amigo

que calmó su angustia

entre las piernas de una zagala.

Un billete de urgencia

para una estación de vértigo,

un beso de papel maché

para una solitaria lengua,

una flor de trazos apagados

para una marquesa falsa.

Un semáforo en rojo

margina la lectura embozada.

Tocará correr,

los lauros de la noche

se quedarán olvidados

en la silla de atrás

del taxi de párpados rojos.

En la comisura del suicidio,

en la cornisa del café,

dos cuerpos no cierran su contrato