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EL ORIGEN DE LAS TRAGEDIAS

 

          ASÍ SE INCUBAN LAS AMENAZAS

                           NUCLEARES

 

Arlington Guarín de la Fuente

Antropólogo

La noticia pasó casi inadvertida y sin embargo debería haber estremecido al mundo: según un estudio recientemente publicado en los más prestigiosos diarios y que fue elaborado por personas más allá de todo cuestionamiento por su seriedad y autoridad, entre ellos académicos norteamericanos, la cifra de civiles caídos en Irak sobrepasa los 650.000. Probablemente ya perdimos toda proporción y sensibilidad, nos hemos habituado, nos hemos reducido moralmente y por ello tales tragedias no nos conmueven. Entonces  conviene hacer notar, en un esfuerzo  para que tomemos conciencia, la magnitud de lo que hoy esta ocurriendo, que las pavorosas explosiones nucleares en Hiroshima y Nagasaki, pese a su devastador efecto, apenas produjeron 300.000 muertos.

 

El presidente Bush se apresuró a manifestar que tal cifra es “exagerada”. Este innecesario comentario, resulta  inoportuno e inconveniente porque viene a significar como una confesión de responsabilidad. Ojalá que tenga razón el presidente, ojala que en efecto sean menos los inocentes sacrificados, digamos que son sólo la mitad, pero, y en tal caso, ¿en qué redime esta diferencia a la actual administración?

 

Por absurda paradoja, es probable que la revelación de tan escandalosa cifra,  (que sorprendió incluso a las organizaciones del mundo que denuncian esta guerra) contribuirá a minimizar la carga de conciencia y la responsabilidad  de este gobierno con el pueblo norteamericano, puesto que obliga a que el ciudadano común piense ahora que, por comparación, son pocos los 3000  jóvenes norteamericanos sacrificados en esta colosal equivocación. Pero este es también un error de apreciación, no solo porque de todas maneras se están inmolando inocentes en la plenitud de su vida, sino porque es el  futuro y la estabilidad de Los Estados Unidos lo que está siendo seriamente comprometido. Esta reflexión no es otra exageración apocalíptica, se basa en hechos de actualidad: podemos afirmar que la actividad nuclear de Corea del Norte es el resultado de la agresión que padeció este país hace 50 años. Los pueblos no olvidan y es la historia la que lo demuestra. Las heridas del pasado un día hacen catarsis. ¿Qué debemos esperar entonces mañana cuando las nuevas generaciones de Iraquíes, que inexorablemente habrán de retomar el control de su país,  hayan logrado, como hoy Corea, desarrollar tecnología de guerra  que les preserven de padecer las tragedias de su pasado?

 

  Y sin embargo, nos hemos hecho de tal manera indolentes que, aunque es cierto que esta absurda guerra ha hecho perder credibilidad al partido de gobierno, con estupor registramos que pudo más, como efecto negativo con miras a la inminente jornada electoral, el escándalo que propició el congresista Mark Foley por un simple y quizás inocente cruce de correos electrónicos con un adolescente. Duele constatar el que este insincero puritanismo signifique mas que la vida de cientos de miles de inocentes.