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Número 20, Julio 15 de 2014

 

 

 

Ahora, construcción y reconciliación

 

 

 

 

Guillermo González Uribe

 

El momento exige del Presidente carácter y toma de decisiones claras. Y de la oposición, inteligencia para acompañar el proceso de paz.

 

Es necesario hacer realidad el mandato de la ciudadanía por una paz negociada. Y reconstruir el tejido social, fragmentado por las pugnas de la época electoral y por el olvido en que se ha mantenido a las mayorías.

 

La tarea impostergable es la construcción de un frente amplio que, como en la reelección presidencial, agrupe a los más diversos estamentos, desde la derecha a la izquierda, pasando por empresarios y sectores financieros, hasta organizaciones populares, sociales y políticas. Es necesario construir un país donde el disenso político no tenga como respuesta estigmatizaciones, amenazas y asesinatos. Un país en el que empresarios e inversionistas se sientan tranquilos y no necesiten hordas de guardaespaldas para protegerse ellos y proteger a sus familias. Un país donde el monopolio de las armas esté en manos de fuerzas armadas respetuosas de los derechos humanos, que dejen a un lado viejas teorías de persecución a la oposición.

 

Para ello es importante el diálogo abierto y franco con los contradictores políticos. Manteniendo las diferencias. La contradicción es lo que hace mover a una sociedad.

 

El proceso de paz, justicia, verdad y reparación debe acoger a todos los espectros políticos y sociales que, habiendo cometidos delitos así aún estén en proceso de denuncia o investigación, pongan la cara y estén dispuestos a llegar a acuerdos con la justicia a cambio de confesar sus crímenes y comprometerse a no seguir delinquiendo, ya sean guerrilleros, paramilitares, militares, empresarios, hacendados o políticos de renombre. Los únicos que deben quedar aislados son quienes, desde las más diversas orillas políticas, opten por el crimen y la intransigencia basada en la calumnia.

 

El reto fundamental del presidente Santos es tomar la decisión de no aplazar más las necesarias reformas sociales y políticas, y liderar un movimiento incluyente, que pueda llevar al país a una modernidad inclusiva para muchos y no solo para unos. En sus manos están la decisión y la convocatoria que debe liderar. Sería muy triste que todo lo que ocurrió para permitir su reelección se quedara en nombramientos y partijas burocráticas. El momento exige del Presidente grandeza histórica, carácter y toma de decisiones. Y de la oposición, inteligencia para acompañar el proceso de paz y las imprescindibles reformas, manteniendo posiciones y principios.