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              LA COLUMNA DE CHIAPAS

          

         Arte y territorio: realidades indisolubles

                  

                   


Magno Fernandes dos Reis

magnonina@prodigy.net.mx

A Ricardo Del Muro, director del El Heraldo de Chiapas, a los periodistas y lectores.


Sergio Prata, artista premiado en la Bienal de Chapingo. En la clausura del evento las autoridades a cargo da Bienal no cubrieron con el pago de los premios. Alegaran no saber el listado de los nombres de artistas premiados. ¨


Sergio Prata en el centro. Estos artistas fueron premiados en la Bienal de Chapingo, pero la Universidad de Chapingo no pagó en el premio en dinero estipulado en la convocatoria.

¿Qué será del arte cuando la bienal pierda la credibilidad? Blanca González Rosas, en su columna Arte (Revista Proceso) se lamentaba de la guerra que algunos productores culturales le han declarado a los creadores ajenos a las artes visuales (artesanos), y mientras leía el texto “México en la Bienal de la Habana” me llegó un correo electrónico del artista Sergio Prata, participante de la “Bienal Arte con Raíz en la Tierra”. (Chapingo) diciéndome: “gané un premio en la Bienal de Chapingo, y la Universidad de Chapingo no cubrió el pago que correspondía a los 18 ganadores, como previsto en la convocatoria.” El problema no es el pago del premio sino la falta de credibilidad de las instituciones, de la crítica de arte y del periodismo cultural.
Cada bienal es un proyecto, un mundo desigual de los otros. Creador de un lenguaje oculto y abstracto, el artista se ve como un coleccionista de las diferencias existentes en lo local. La categoría arte permite al lector comprender la pluralidad de los modos de vida y de pensamiento. La estructura de la décima edición de la Bienal de La Habana (integración y resistencia en la era global) choca con la bienal tradicional. Mi preocupación es no reforzar la visión económica del arte. Una bienal mundializada no significa el exterminio del arte popular.
Ella convive y se alimenta de la artesanía. Un ejemplo: la instalación de Martha Toledo demuestra que la bienal no existe sólo como estructura transcendente al espectador local, (Oaxaca) es necesario contextualizar su uso. La tradición que se evoca tiene solo un valor simbólico.
El mundo artesanal de los indígenas zapotecos es atropellado por la cocina industrial, tal como la estandarización es la condición de la alimentación en este siglo. (McDonald’s, Kentucky fried chicken y Burger King).


Lucero González documenta un ritual femenino sobre el tema. Fertilidad y cosmos. Bienal de la Habana.

La información vehiculada en las tortillas secas de Juchitán no se asocia a los escenarios en las cuales es consumida las hamburguesas; porque estos totopos son metáforas de la resistencia. Marta se define por su capacidad, de producir signos visuales gramaticalmente coherentes. El arte, para ser observado requiere estar contextualizado. Una pintura no es únicamente un instrumento de comunicación, es también un instrumento de poder. El arte institucionalizado por la bienal adquiere un valor simbólico y se impone hegemónicamente frente a la pluralidad cultural existente en el mundo. En este sentido, no existe un arte idéntico en todas partes. Creo que es acertado mirar el conjunto de obras de la bienal a partir del territorio, porque pienso que falta una teoría que, si dejar de incorporar al mundo, atribuye este papel central al estado de Chiapas como actor de su existencia.

La bienal incentiva el encuentro y la interacción de distintas artes locales, pero al mismo tiempo se produce una tensión entre “lo local” y “lo global”. El arte como sujeto es también el arte como objeto, sobre todo al considerar el arte y el territorio como realidades indisolublemente relacionados.
De ahí la necesidad de revalorizar el arte local y lo cotidiano como categoría cultural, geográfica y territorial. ¿Cómo hacer lo que nunca fue hecho, es decir, introducir al arte local en la política cultural global de forma menos aleatoria, voluntaria y oportunista? Me parece que el proyecto de residencias artísticas del Centro de las Artes de San Agustín (CASA) es más significativo que la bienal porque en verdad nadie mira lo global o se encuentra con el arte total de un país. Esto es una utopía que vivimos en los libros de historia del arte. En el arte de todos los días, la bienal vive por medio del arte local enraizado que interactúa con su propio entorno, rehaciendo esa relación, en la cual, de un modo o de otro, el arte local actúa sobre lo global.


Marta Toledo transforma el totopo en signo de la resistencia

Los proyectos desarrollados por los artistas Christian Mayer, Irene Hohenbuchler y Bernhard (Austria) en San Agustín (Oaxaca) demuestran la importancia de la cultura local para el proceso de creación. La acción de cada artista encierra en la obra una cantidad de información a ser decodificada por los otros. Vivir el arte es vivir con la información local.


Christian Mayer fomenta en su obra la idea de comprender el espacio ocupado por unidades diferenciadas, en el cual la dinámica global ocurre a partir del movimiento de cada una de las partes. Para leer el territorio y lo cotidiano, Mayer amarró a Tarzán (perro adoptado por la CASA) a una cámara y captó fragmentos de la realidad local cada diez segundos.
Irene Hhenbuchler analiza la diversidad de la construcción del lenguaje (zapoteco) y su influencia en el desarrollo del arte local, en su universalidad y en su particularidad. La instalación llama la atención sobre el lenguaje en su contexto de identidad y diferencia. En Teotitlán del Valle, la artista pidió a las tejedoras escribir en zapoteco las palabras más importantes para el pueblo. Irene propone que el e público encuentre respuestas a preguntas como: ¿Cuál es el lenguaje en el que sueñan los artesanos zapotecos? ¿En qué idioma les hablan a sus niños? ¿De qué manera utilizan sus materiales? ¿Los colores, los diseños son el resultado del lenguaje? Los nuevos tapetes adquieren el “sentido de lo local” al sustituir los diseños por las palabras en zapoteco más reveladoras para las artesanas. La palabra en zapoteco es, para Irene, un elemento de la actividad humana que posibilita la comprensión de la realidad con la ayuda de la utopía.

En todas sus formas, Bernhard Fruhwirth se apropia del universo popular de San Agustín (Oaxaca). Primero usando el arte popular como matriz para su creación. Él se inclina por comprender la banalidad y la humildad en el mundo. Cuestiona los límites de lo erudito y lo popular. El vocabulario plástico del artista se alimenta de las soluciones improvisadas por el pueblo. Su obra enseña al público a renunciar al prejuicio para que la mirada alcance la belleza, la magia y el tono lúdico del quehacer popular.

La bienal practicada bajo el signo del neoliberalismo, empobrece el lenguaje visual, aunque pueden haber aumentado la producción de obras de arte y el volumen del comercio en as subastas. Pero, la polarización y la exclusión del artista local se tornan un obstáculo para el desarrollo de la cultura. Por eso el discurso de la bienal no satisface. Debemos incluir los temas del desempleo, la marginalización y el arte popular. La tarea de la bienal es la crítica a estos malos.
El resultado de las residencias artísticas en el Centro de las Artes San Agustín (CASA) es más interesante que de la bienal porque el artista parte de lo local para comprender lo global. Queda claro que la tarea del artista es la de la crítica. Él es un pensador que pretende comprender el mundo para producir las ideas para transformarlo.
Quiero advertir a los artistas que no recibieran el premio de la Bienal de Chapingo que el actual modelo de bienal excluye lo local. La bienal es, ella propia, un sistema totalitario preocupado con la visibilidad de los promotores.


La columna Chiapas – Territorio y confluencia apoya el Cañón del Sumidero para ser una des 7 maravillas Naturales del mundo: WWW.SUMIDEROMARAVILLA.COM

EL parque creado en 1980 con una superficie de 21,789 hectáreas (12 millones de años de edad geológica). Es el principal ícono del Estado de Chiapas, escenario de la guerra entre españoles y chiapanecas en el siglo XVI, por lo que aparece en el escudo de armas del estado. La fauna existente va desde los pequeños monos araña, las aves acuáticas hasta cocodrilos.